Muere Domingo Villar. Adiós Leo Caldas.

https://es.wikipedia.org/wiki/Domingo_Villar_(escritor)

Hace un par de días, salto la noticia, que estaba ingresado por un derrame cerebral. Y reconozco que mi primer pensamiento fue. Con lo lento que escribe a saber cuanto tarda en sacar sus cuarta novela de Leo Caldas. Eso contando con que el ictus, no le deje secuelas graves.

Hoy la noticia es que ha fallecido. No abra cuarto libro del inspector Leo Caldas. Ni de ningún otro argumento. Y como pasa siempre. Ha habido gente que me ha preguntado, ¿qué tal escribía? ¿Merecen la pena sus novelas? Y mi respuestas siempre es . Sí. Merecen mucho la pena y escribía muy bien .


A domingo villar , le gustaba escribir y se le notaba al leerlo. Si buscáis una trama retorcida, con continuos giros. Si os gustan las historias adrenalínicas, en las que no dejan de pasar cosas. No es vuestro autor.

De alguna manera sus casos son sencillos, ha muerto alguien, o ha desaparecido, y no se sabe si sigue vivo o no. En eso se basan sus historias. Leo Caldas, un inspector de la comisaria de Vigo. Lo investigará. Pero el autor, en ese momento, te invita a acompañar al inspector, como si fueras su sombra en toda la trama y en sus pesquisas. Nunca dejas de estar al lado de él . Eres partícipe de todo.

Otra cosa que me gusta es que Vigo, su ciudad y las rías altas. Son siempre uno de los protagonistas de sus novelas. Paseas por sus calles. Comes en el restaurante el puerto. Que existe y el autor come muchas veces en él. Y te tomarás un albariño en el bar Eligio que también existe . Lo cotidiano del día a día. Forma parte del entorno donde se mueve el inspector.



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Por desgracia el autor solo nos deja tres novelas del Inspector leo Caldas.


En una casa cercana a la playa, en la costa gallega, se descubre el cadáver de un joven saxofonista que sufrió una de las torturas más crueles que se recuerdan. Les asignan el caso al inspector Leo Caldas, un hombre solitario y nocturno, de buen paladar para los vinos y mejor oído para el jazz, y a su ayudante Rafael Estévez, un llano aragonés perdido entre gallegos. Este singular tándem deberá investigar las altas esferas y los bajos fondos de Vigo para descubrir que las dobles vidas, como las mejores intrigas, siempre esconden inesperadas dobleces.


Una mañana, el cadáver de un marinero es arrastrado por la marea hasta la orilla de una playa gallega. Si no tuviese las manos atadas, Justo Castelo sería otro de los hijos del mar que encontró su tumba entre las aguas mientras faenaba. Sin testigos ni rastro de la embarcación del fallecido, el lacónico inspector Leo Caldas se sumerge en el ambiente marinero del pueblo, tratando de esclarecer el crimen entre hombres y mujeres que se resisten a desvelar sus sospechas y que, cuando se deciden a hablar, apuntan en una dirección demasiado insólita. Un asunto brumoso para Caldas, que atraviesa días difíciles: el único hermano de su padre está gravemente enfermo y su colaboración radiofónica en Onda Vigo se está volviendo insoportable. Tampoco facilita las cosas el carácter impulsivo de Rafael Estévez, su ayudante aragonés, que no acaba de adaptarse a la forma de ser del inspector.


La hija del doctor Andrade vive en una casa pintada de azul, en un lugar donde las playas de olas mansas contrastan con el bullicio de la otra orilla. Allí las mariscadoras rastrillan la arena, los marineros lanzan sus aparejos al agua y quienes van a trabajar a la ciudad esperan en el muelle la llegada del barco que cruza cada media hora la ría de Vigo.
Una mañana de otoño, mientras la costa gallega se recupera de los estragos de un temporal, el inspector Caldas recibe la visita de un hombre alarmado por la ausencia de su hija, que no se presentó a una comida familiar el fin de semana ni acudió el lunes a impartir su clase de cerámica en la Escuela de Artes y Oficios.
Y aunque nada parezca haber alterado la casa ni la vida de Mónica Andrade, Leo Caldas pronto comprobará que, en la vida como en el mar, la más apacible de las superficies puede ocultar un fondo oscuro de devastadoras corrientes.


8 años pasaron entre el segundo y el tercer libro. El joio se lo tomo con calma. Era habitual leer en internet, que la gente preguntara cuando salía. Se dieron varias fechas y no había manera de que entregara el libro a la editorial.

Ya he dicho que las tramas del autor, no pasaran a los anales del crimen literario. Su inspector, pregunta, visita a la gente, vuelve una y otra vez al lugar del delito o supuesto delito y observa y pregunta . Y al final aplicando la lógica de su pensamiento. Los resuelve.

Su fuerte no eran los argumentos ni las tramas. Pero donde era insuperable era en la creación de personajes , supuestamente secundarios. Ese mendigo Vigués que por un euro te decía un pensamiento en latín. Camilo, el hombre niño, que era sospechoso solo por el hecho de ser autista. Una recreación impresionante. El doctor por encima del bien y del mal.

Y leyendo a esos personajes y al autor. No podías dejar de pensar , que el que eso escribía. Tenía que ser un gran tipo y una gran persona.

Ya no abra más paseos por Vigo y por las preciosas rías baixas de la mano de Domingo Villar. Y pensar que hace tiempo 8 años entre libro y libro. Nos parecía mucho. El autor tenía 51 años. Que puta es la vida a veces.

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