El psicópata en la literatura es como tener una barra de pan y unos huevos en la nevera. Que no tienes cena, que no sabes qué hacer para comer?. Si tienes huevos y pan, ya comes. Pues en literatura lo mismo. Que no sabes en un thriller de que escribir, quien será el malo?. Tranquilos ponga un psicópata en su novela, y ya tiene mucho ganado.
Y claro como hay miles y miles de libros con su correspondiente psicópata. Pues hay bueno, regular y malo. Un error es que con escribir de un tipo muy sangriento y con una inteligencia diabólica es suficiente. Y no lo es.
Sí que es curioso, que cuanto más víctimas vaya dejando el sujeto, más nos gusta. Y cuanto más retorcidas sean sus asesinatos mejor que mejor. Si es que en el fondo somos unos morbosos. Pero claro un buen psicópata. El escritor tiene que dotarlo de una buena base psicológica. El porqué lo hace y eso ya no es tan fácil.
Dentro de la literatura de psicópatas. Se podría dividir en tres categorías. Una sería la de estudios psicológicos más o menos entendibles. Sobre su personalidad. El porqué de sus actos.
El mejor en este campo es Ressler. El padre de la unidad de análisis de conducta del FBI. El entrevisto en prisión a casi todos los más famosos asesinos seriales, para intentar comprender sus actos. También es el padre de los perfiles de asesinos. Vicente Garrido también es muy bueno Psicólogo forense y criminalista.
Otra corriente literaria, seria digamos las biografías de dichos asesinos, o bien a través de entrevistas en las cárceles o a través de trabajos de documentación de investigadores y periodistas.
En estados unidos hay cientos de biografías de asesinos en serie. De hecho tienen una afición desmedida por estos sujetos. Reciben cartas de amor y proposiciones matrimoniales en la cárcel. Se subastan objetos personales por muchísimo dinero. Hay convenciones de supuestos expertos en el tema. Un despropósito.
Y la tercera corriente. Es la novela, la ficción pura y dura. De esa hay decenas de miles de obras. Aquí como siempre intentaremos descubriros novelas que no son muy conocidas, y no será porque no merezcan la pena.
Un día de diciembre aparece en un pueblecito del norte de Italia el cadáver de una chica salvajemente asesinada. Ilaria Piatti, joven becaria de un periódico local, relaciona el crimen con terroríficos hechos del pasado: el caso del Vampiro de Bottanuco, el estrangulador de mujeres que aterrorizó la región hace 100 años. Para Marco Besana, su veterano compañero de redacción, este es el caso que ha estado esperando toda su vida, con el que podría coronar su carrera. Juntos avanzarán a tientas en la oscuridad tras el culpable. Ambos ignoran que la oscuridad es el territorio preferido del monstruo.
Ragdoll, el muñeco de trapo es el nombre con el que los medios sensacionalistas han bautizado al macabro hallazgo en un piso vacío de Londres. Cuelga del techo mediante unos hilos, apunta con un dedo hacia la ventana y está hecho con «retales» de seis personas, cosidos para formar un solo cuerpo del que solo han podido identificar la cabeza. ¿Quiénes eran las otras cinco víctimas? ¿Y por qué el dedo del Ragdoll señalaba hacia el apartamento de enfrente, donde vive el detective William Fawkes, alias Wolf? Casi inmediatamente después del macabro hallazgo, el asesino hace llegar a la prensa una lista con sus seis próximas víctimas y el día en que las matará. El detective y su equipo, presionados por sus superiores y acosados por la prensa, deben descubrir por qué fueron asesinados y que tienen en común para desenmascarar al culpable antes de que cumpla su amenaza.
Dos asesinatos. Las víctimas llevan la marca del Profeta, un psicópata calculador que hace veinte años sembró el terror en la bahía de San Francisco y luego desapareció. Aquel asesino en serie destruyó al padre de Caitlin Hendrix cuando era una niña, ahora ella es policía y no piensa dejarle escapar. Aunque para ello tenga que asomarse al abismo.
Samantha Willis es una oficial de policía de Queensland, Australia, y una mujer convencida de su capacidad de cuidar de sí misma. Al menos hasta que cae en manos de un peligroso psicópata, cuyo juego consistirá en cazarla como a un animal. La detective Janine Postlewaite no conoce a Sammi personalmente, pero los agentes de la ley se cuidan los unos a los otros, y dirigirá la investigación con tenacidad.
Natalie Lindstrom tiene un don: puede hablar con los muertos. Durante años ha prestado sus servicios al Cuerpo de Comunicaciones Ultra terrenas, Norteamericano, que controla a personas como ella, conocidos como «violetas», y utiliza su poder para resolver crímenes, tomando declaración a las víctimas de asesinato. Pero Natalie quiere escapar de ese mundo. Escapar de las voces que llenan su cabeza, y empezar una nueva vida en Perú, lejos de la violencia. Allí, junto a un arqueólogo, tratará de encontrar un tesoro de valor incalculable; pero, cuando todo parece ir bien, los verdaderos y más terribles fantasmas comienzan a aparecer.
Crispados por el tedio y la fatiga de su largo viaje en coche hacia el Mediterráneo, Rex y Saskia se detienen en una gasolinera para repostar. Mientras Rex llena el depósito, Saskia entra en la tienda para comprar unos refrescos. Pero nunca regresa. Como si un agujero negro se la hubiera tragado, Saskia desaparece sin dejar rastro: todos la han visto, pero nadie sabe nada. Ocho años más tarde, pese a que ha conseguido rehacer su vida, Rex no logra olvidar. Infinidad de pequeños detalles le recuerdan lo ocurrido, como si de mensajes cifrados se tratara. Las pesadillas lo atormentan y, en el fondo de su alma, intuye que sería capaz de dar su vida a cambio de saber qué le ocurrió a Saskia. Por fin, la oportunidad se materializa en la persona de Raymond, un respetable profesor de química de un instituto francés que lleva a cabo un macabro experimento consistente en averiguar hasta qué punto maquinar un acto de maldad absoluta implica necesariamente ejecutarlo.
Frederick Clegg es un hombre solitario y anodino que colecciona mariposas. Miranda Grey es una radiante e inteligente niña bien que estudia arte en Londres. Frederick, que admira a Miranda, pero es incapaz de abordarla con normalidad, la secuestra y la aloja con todas las comodidades en un sótano en su propiedad, una trampa perfecta acondicionada como una jaula de oro. Fowles recrea un intenso duelo psicológico donde captor y prisionera intercambian papeles con refinamiento y crueldad, cada cual defendiendo sus propios objetivos: Miranda desea recuperar su libertad, Frederick quiere ser aceptado como un igual por el objeto de su obsesión.
Diez años atrás, Kate McKinnon cambió su trabajo en el Departamento de Policía de Nueva York por un doctorado en Historia del Arte, abandonó su apartamento de Queens y se instaló en un piso con vistas a Central Park, y pasó de tratar con homicidas a codearse con el círculo artístico neoyorquino. Sin embargo, el hecho de que una serie de asesinatos se cebe en la comunidad artística despierta su instinto policial. Kate se enfrenta a un perverso e inteligente asesino, al que apodan el “artista de la muerte” dada su morbosa obsesión por reproducir cuadros de pintores ilustres en los cuerpos de las víctimas.
Un despiadado asesino está actuando impunemente en Georgia, al sur de Estados Unidos, donde secuestra, mata y mutila salvajemente los cadáveres de una decena de niñas de la pequeña localidad de Augusta Falls. Joseph Vaughan, con solo doce años, ve cómo la tragedia asola su comunidad y decide formar una patrulla de protección con su pandilla. Cuando un vecino es sorprendido en posesión de objetos que habían pertenecido a las víctimas, parece que todo ha terminado. Pero al cabo de cincuenta años, con Joseph rehaciendo su vida en Nueva York, salta la noticia de que el asesino aún anda suelto y vuelve a matar.
Greenwich, al sudeste de Londres. El inspector Jack Caffery –joven, compulsivo, impasible– acude al lugar donde se ha cometido uno de los crímenes más espantosos que jamás ha visto. Cinco prostitutas han sido asesinadas de manera ritual y arrojadas a un descampado cerca del Millenium Dome. Las autopsias posteriores revelan la existencia de una truculenta firma que vincula a todas las víctimas. Caffery se da cuenta pronto de que está tras la pista de una de las figuras delictivas más peligrosas: un asesino en serie. Molesto por la desconfianza hacia él dentro de las fuerzas policiales y obsesionado por el recuerdo de una muerte muy cercana en su infancia, Caffery utiliza todas las armas que la ciencia forense le ofrece para cazar al asesino. Sabe que solamente es cuestión de tiempo que ese sádico criminal actúe de nuevo…
Héroe de guerra y agente del servicio de seguridad de la Unión Soviética, Leo Stepánovich Demídov cree ciegamente en la propaganda oficial, que sostiene que su país es el paraíso de la igualdad y la fraternidad sobre la Tierra, una alianza de ciudadanos libres y trabajadores prósperos que merece la pena defender de sus múltiples enemigos con todos los medios imaginables, incluidos la delación, la represión y el castigo severo a los infractores. Pero el día que lo obligan a espiar a su propia esposa por supuesta traición a la patria, a Demídov comienza a caérsele la venda de los ojos. En efecto, ni sus condecoraciones ni su inmaculada hoja de servicios le sirven para evitar ser degradado y expulsado de Moscú. Obligado a incorporarse a la milicia en una ciudad industrial, se encuentra con el caso de una serie de asesinatos de niños que las autoridades han dado sospechosamente por cerrado. Con muy poco que perder, y convencido de que un despiadado criminal anda suelto, Demídov se lanza a resolver el misterio por su cuenta, una decisión arriesgada que lo llevará a descubrir el verdadero peligro que se cierne sobre él, una amenaza mucho más temible que su escurridizo objetivo.-
Habréis notado, que falta Haníbal, el perfume y alguno más. Pero esos los conoce todo buen aficionado al thriller. La idea es descubrir lecturas, que no son conocidas. Pero no por ello inferiores a las más famosas.
Una pregunta curiosa es ¿tienen algo que ver en su forma de ser y matar, los asesinos seriales reales, con los literarios? Después de leer alguna biografía y los trabajos de Ressler. La respuesta es rotunda. Nada. Los literarios son casi unos genios del mal, mentalidades superdotadas. Tienen que dar juego en la novela.
Los reales, no. Son asesinos aprovechados. Cazan. Prostitutas, vagabundos, autoestopistas. Gente en la mayoría de los casos, que sus desapariciones pasan desapercibidas. Y suelen pasar años, hasta que los cogen y siempre porque los pillan con las manos en la masa. Luego una vez detenidos pues se vanaglorian del número de víctimas. Como si fuera una competición. Nada de mentes brillantes. Tipos bastante vulgares.
Y para terminar un título especialmente bueno.
Jefferson Winter no es un investigador corriente. Tiene una inteligencia muy superior a la media y es hijo de uno de los más famosos asesinos en serie de Estados Unidos. Jefferson Winter se ha pasado la vida intentando distanciarse del legado de su padre y pone todo su empeño en perseguir a los que son como él. Tras una carrera prometedora en el FBI como experto en perfiles psicológicos, viaja por todo el mundo ayudando a los cuerpos policiales a resolver los casos más complicados. Acaba de llegar a Londres en medio de una ola de frío para resolver un caso espeluznante que desconcierta a Scotland Yard. Un psicópata ha secuestrado a varias mujeres para torturarlas durante meses. Antes de dejarlas en libertad se asegura de que no puedan contar nada con un sistema especialmente cruel: les practica una lobotomía. Winter utilizará toda su inteligencia y su intuición para atrapar al criminal antes de que pueda destrozar a otra mujer. Sus métodos no siempre se ajustan a las normas, pero nadie como él es capaz de entender cómo funciona la mente del psicópata.
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