El psicópata en la literatura es como tener una barra de pan y unos huevos en la nevera. Que no tienes cena, que no sabes qué hacer para comer?. Si tienes huevos y pan, ya comes. Pues en literatura lo mismo. Que no sabes en un thriller de que escribir, quien será el malo?. Tranquilos ponga un psicópata en su novela, y ya tiene mucho ganado.

Y claro como hay miles y miles de libros con su correspondiente psicópata. Pues hay bueno, regular y malo. Un error es que con escribir de un tipo muy sangriento y con una inteligencia diabólica es suficiente. Y no lo es.

Sí que es curioso, que cuanto más víctimas vaya dejando el sujeto, más nos gusta. Y cuanto más retorcidas sean sus asesinatos mejor que mejor. Si es que en el fondo somos unos morbosos. Pero claro un buen psicópata. El escritor tiene que dotarlo de una buena base psicológica. El porqué lo hace y eso ya no es tan fácil.

Ted Bundy
Richard Ramírez
John Wayne Gacy

Dentro de la literatura de psicópatas. Se podría dividir en tres categorías. Una sería la de estudios psicológicos más o menos entendibles. Sobre su personalidad. El porqué de sus actos.

Después de toda una vida profesional en el FBI y de enfrentarse a criminales como Richard Speck, Ted Bundy o David Berkowitz, nadie mejor que Robert K. Ressler para mostrar los perfiles y motivaciones de los asesinos en serie –término que él mismo acuñó-.
Cómo combatirles, qué grado de responsabilidad tienen sobre sus acciones y qué castigo merecen por sus abominables actos. No buscan bienes ajenos, no existe animadversión, solo el deseo de cercenar una vida.
Robert Ressler ahonda en el perfil psicológico de los criminales, sus motivaciones, su organización, su falta de empatía, la inseguridad, su familia, la influencia del entorno, el castigo y la reinserción. Asesinos en serie es la obra de referencia en el estudio de esos criminales resueltos a convertirse en cazadores de su propia especie.
Robert K. Ressler es pionero y una autoridad en psicología forense, especialista en homicidio sexual y en asesinos en serie -término que él acuñó- y experto en la elaboración de perfiles de criminales, una técnica que contribuyó a desarrollar y perfeccionar a lo largo de sus dieciséis años en la Unidad de Ciencias de la Conducta del FBI. Desde su retiro en 1990 de este organismo, ha prestado asesoramiento a la policía de diversos países en la investigación de asesinatos en serie, y ha sido convocado a menudo como testigo experto en causas penales e incluso civiles. Dentro del monstruo reconstruye su participación en algunos de estos casos, que le han llevado del Reino Unido al Japón, pasando por Sudáfrica, e incluye además extensas y penetrantes entrevistas con dos de los más conocidos asesinos en serie de Estados Unidos, John Wayne Gacy y Jeffrey Dahmer, «el carnicero de Milwaukee». Ressler, para quien «un perfil es una conclusión lógica a la que se llega tras un buen análisis de las pruebas», responde a las críticas de quienes consideran esta técnica una «nueva brujería» y analiza las repercusiones de su propia popularidad, incluso entre algunos criminales que dicen haber leído sus obras. Este libro es un documento de primera mano absolutamente revelador sobre la violencia en nuestros días.
¿Cómo actúan los asesinos en serie? ¿Para qué sirve el análisis del perfil genético (ADN)? ¿Qué es el modus operandi y la firma de un asesino? ¿Cuáles son los métodos de investigación de la Policía? 
Los interesados en las ciencias sociales y criminológicas y los estudiantes y profesionales de las diferentes policías encontrarán en La mente criminal nociones esenciales de criminología forense aplicadas a casos criminales que conmovieron a una sociedad entera e incluso al mundo. Al analizar la forma de actuar y de pensar de los asesinos seriales su autor, Vicente Garrido, proporciona al lector unos conocimientos sobre cómo estos crean su propia realidad y las formas peculiares en que llevan a la práctica sus terribles fantasías. De Jack el Destripador a Tony King, pasando por criminales notables de España (Gilberto Chamba, «el Monstruo de Machala», el Asesino de la Baraja) y del mundo (Richard Ramírez, Ted Bundy), este libro describe de modo riguroso, pero fácilmente comprensible el mundo de los asesinos en serie, al tiempo que introduce apasionantes historias de revelación de las ciencias forenses.

El mejor en este campo es Ressler. El padre de la unidad de análisis de conducta del FBI. El entrevisto en prisión a casi todos los más famosos asesinos seriales, para intentar comprender sus actos. También es el padre de los perfiles de asesinos. Vicente Garrido también es muy bueno Psicólogo forense y criminalista.

Otra corriente literaria, seria digamos las biografías de dichos asesinos, o bien a través de entrevistas en las cárceles o a través de trabajos de documentación de investigadores y periodistas.

John Wayne Gacy fue un asesino en serie y violador estadounidense, altamente sádico que atacó a víctimas masculinas muy jóvenes; obtuvo placer al torturar a sus víctimas y disfrutó viéndolas morir de una manera lenta y agonizante frente a sus ojos, disfrazado de payaso. Ha pasado a la historia criminal por su depravación y crueldad sexual, pero para su propio entorno más próximo, Gacy vivió una doble vida. Gacy era un encantador padre de familia, empresario exitoso y un ciudadano respetable de la sociedad. Organizaba multitudinarias barbacoas y fiestas de disfraces para vecinos y amigos, donde se codeaba con políticos y policías. También ejerció de payaso en espectáculos infantiles y para hospitales, allí actuaba como voluntario. Al mismo tiempo asistía en la campaña del partido demócrata de Des Plaines junto a Chicago, su ciudad natal.

Gacy recorrió la década de 1970 como un azote. Comenzó a atraer a adolescentes y hombres jóvenes a su casa con el pretexto de ofrecerles trabajo y los agredió sexualmente antes de quitarles la vida brutalmente. Luego enterró los cadáveres debajo de su vivienda en el número 8213 de la avenida W. Summerdale. Gracias a su amistad con las autoridades locales, y a su astucia para ejecutar la desaparición de los cuerpos de sus víctimas, eludió su captura durante varios años. El olor de los restos putrefactos, y las denuncias de algunos sobrevivientes de sus ataques, condujeron finalmente a su arresto.

Fue declarado culpable de agredir sexualmente torturar y asesinar a 33 adolescentes y hombres jóvenes durante la década de 1970. Condenado a muerte por 12 de estos asesinatos, y definitivamente ejecutado por inyección letal. Se cree que el número real de víctimas que mató podría haber sido mayor.
La horrible historia real de David Parker Ray, apodado «el asesino de la caja de juguetes«, fue un depredador sexual altamente sádico, torturador y asesino en serie que, según la policía, pudo haber matado a más de 60 mujeres mientras grababa snuff-movies.

Su apodo le vino de un remolque de camión al que el maníaco llamó «la caja de juguetes«. Parker Ray no escatimó en gastos para comprar y equipar por 100.000 dólares de forma independiente este contenedor con insonorización y todo un conjunto de instrumentos quirúrgicos y juguetes sexuales sadomasoquistas. En su interior torturaba durante días a jovencitas a las que había secuestrado con la ayuda de dos cómplices: su novia Cindy Lee Handy y su hija Jesse Rae las cuales participaron activamente en los crímenes de David Parker Ray.
Jeffrey Dahmer, también conocido como el carnicero de Milwaukee, fue un asesino en serie y depredador sexual estadounidense. En su carrera criminal, cometió la violación, el asesinato y el desmembramiento de 17 hombres y niños entre 1978 y 1991. y muchos de sus asesinatos posteriores también involucraron necrofilia y horribles torturas. Sus actividades incluyeron la preservación fetichista y ritual de partes del cuerpo, típicamente toda o parte de la estructura esquelética, los genitales y las cabezas de sus víctimas.
Un hombre de poco más de metro y medio de altura, apariencia humilde y devoto fiel de la Iglesia Pentecostal que, no obstante, asesinó a 48 mujeres a lo largo de más de veinte años.


Nunca mejor dicho eso de que las apariencias engañan y, sin embargo, ya en la más tierna infancia su mente corrompida apuntaba maneras: primero asfixió un gato simplemente para verlo sufrir; luego, cuando la adolescencia le hizo más temerario e impulsivo, intentó matar a un niño de 6 años porque, según explicó, «quería saber qué se siente
Entre 1969 y 1974, la ciudad de San Francisco y todo el norte de California vivieron bajo el terror de un asesino múltiple que se hacía llamar Zodiac, que escribía mensajes en clave a los periódicos y nunca fue capturado. Robert Graysmith, que trabajaba en The San Francisco Chronicle, el periódico que mayor número de mensajes recibió, se lanzó de lleno a la investigación del caso y reunió sus pesquisas en Zodiac.
El 26 de febrero de 1994, tras una errática investigación, la policía descubre enterrados en el jardín de Fred y Rosemary West los restos de su hija Heather. El matrimonio ya había sido denunciado hacía unos cuantos años por una jovencita que había trabajado como canguro en su casa. Pero ahora, en el atroz rompecabezas compuesto por los huesos de Heather, hay un tercer fémur que no le pertenece. Las excavaciones continuarán y los restos de otras ocho mujeres son encontrados en el jardín y en el interior de la casa. Un libro arriesgado, obsesionante, que nos obliga a indagar en el enigma del Mal. Burn reconstruye las vidas de los West desde la infancia, los sitúa en el tejido social, los va siguiendo en sus relaciones, en la progresiva cristalización de un universo de pesadilla lleno de rituales obscenos, en la constitución de esa esperpéntica familia que vivió durante años rodeada de vecinos en una pequeña ciudad de Inglaterra, sin que nadie viera nada, oyera nada, dijera nada.

En estados unidos hay cientos de biografías de asesinos en serie. De hecho tienen una afición desmedida por estos sujetos. Reciben cartas de amor y proposiciones matrimoniales en la cárcel. Se subastan objetos personales por muchísimo dinero. Hay convenciones de supuestos expertos en el tema. Un despropósito.

Y la tercera corriente. Es la novela, la ficción pura y dura. De esa hay decenas de miles de obras. Aquí como siempre intentaremos descubriros novelas que no son muy conocidas, y no será porque no merezcan la pena.

Tienes que conocerle para escapar de él.
Cuatro chicas encerradas por un secuestrador. Ellas son sus flores, sus perfectas y puras flores. Pero ¿cuánto tiempo podrán sobrevivir dentro del sótano? 
Elena Castillo presenta Justicia en el aire, un exitoso podcast que investiga crímenes sin resolver. Tras cuatro temporadas, decide abordar el caso del asesino en serie más temible de todos: el Asesino de los Números. Veinte años atrás, este serial killer tuvo en vilo a toda la ciudad, secuestrando y torturando a chicas jóvenes. Su modus operandi incluía una serie de precisos rituales. Tras el secuestro de la chica número 11, desapareció sin dejar rastro y la opinión popular aceptó que falleció en un incendio. Sin embargo, dos décadas después, una joven es secuestrada y Elena está convencida de que se trata del mismo asesino. ¿Ha vuelto realmente el Asesino de los Números, o es que Elena se está obsesionando demasiado?
En el puente de Brooklyn, Nueva York, aparece un cadáver colgando con la palabra ANZUELO grabada en el pecho.
Poco después, como si un asesino imitador anduviera suelto, se descubre en Londres un cuerpo con la palabra MARIONETA marcada en el torso.
Han pasado dieciocho meses desde los crímenes de Ragdoll, y la detective Emily Baxter de la policía británica viaja a los Estados Unidos para colaborar con los agentes especiales de la CIA y el FBI encargados del caso.
Mientras aparecen nuevas víctimas en escenarios cada vez más teatrales y macabros, los agentes deben identificar quién está moviendo los hilos y atrapar a un asesino que no tiene nada que perder.
Un día de diciembre aparece en un pueblecito del norte de Italia el cadáver de una chica salvajemente asesinada. Ilaria Piatti, joven becaria de un periódico local, relaciona el crimen con terroríficos hechos del pasado: el caso del Vampiro de Bottanuco, el estrangulador de mujeres que aterrorizó la región hace 100 años. Para Marco Besana, su veterano compañero de redacción, este es el caso que ha estado esperando toda su vida, con el que podría coronar su carrera. Juntos avanzarán a tientas en la oscuridad tras el culpable. Ambos ignoran que la oscuridad es el territorio preferido del monstruo.
Ragdoll, el muñeco de trapo es el nombre con el que los medios sensacionalistas han bautizado al macabro hallazgo en un piso vacío de Londres. Cuelga del techo mediante unos hilos, apunta con un dedo hacia la ventana y está hecho con «retales» de seis personas, cosidos para formar un solo cuerpo del que solo han podido identificar la cabeza. ¿Quiénes eran las otras cinco víctimas? ¿Y por qué el dedo del Ragdoll señalaba hacia el apartamento de enfrente, donde vive el detective William Fawkes, alias Wolf?
Casi inmediatamente después del macabro hallazgo, el asesino hace llegar a la prensa una lista con sus seis próximas víctimas y el día en que las matará.
El detective y su equipo, presionados por sus superiores y acosados por la prensa, deben descubrir por qué fueron asesinados y que tienen en común para desenmascarar al culpable antes de que cumpla su amenaza.
Dos asesinatos. Las víctimas llevan la marca del Profeta, un psicópata calculador que hace veinte años sembró el terror en la bahía de San Francisco y luego desapareció. Aquel asesino en serie destruyó al padre de Caitlin Hendrix cuando era una niña, ahora ella es policía y no piensa dejarle escapar. Aunque para ello tenga que asomarse al abismo.
Samantha Willis es una oficial de policía de Queensland, Australia, y una mujer convencida de su capacidad de cuidar de sí misma. Al menos hasta que cae en manos de un peligroso psicópata, cuyo juego consistirá en cazarla como a un animal. La detective Janine Postlewaite no conoce a Sammi personalmente, pero los agentes de la ley se cuidan los unos a los otros, y dirigirá la investigación con tenacidad.
Natalie Lindstrom tiene un don: puede hablar con los muertos. Durante años ha prestado sus servicios al Cuerpo de Comunicaciones Ultra terrenas, Norteamericano, que controla a personas como ella, conocidos como «violetas», y utiliza su poder para resolver crímenes, tomando declaración a las víctimas de asesinato. Pero Natalie quiere escapar de ese mundo. Escapar de las voces que llenan su cabeza, y empezar una nueva vida en Perú, lejos de la violencia. Allí, junto a un arqueólogo, tratará de encontrar un tesoro de valor incalculable; pero, cuando todo parece ir bien, los verdaderos y más terribles fantasmas comienzan a aparecer.
Crispados por el tedio y la fatiga de su largo viaje en coche hacia el Mediterráneo, Rex y Saskia se detienen en una gasolinera para repostar. Mientras Rex llena el depósito, Saskia entra en la tienda para comprar unos refrescos. Pero nunca regresa. Como si un agujero negro se la hubiera tragado, Saskia desaparece sin dejar rastro: todos la han visto, pero nadie sabe nada. Ocho años más tarde, pese a que ha conseguido rehacer su vida, Rex no logra olvidar. Infinidad de pequeños detalles le recuerdan lo ocurrido, como si de mensajes cifrados se tratara. Las pesadillas lo atormentan y, en el fondo de su alma, intuye que sería capaz de dar su vida a cambio de saber qué le ocurrió a Saskia. Por fin, la oportunidad se materializa en la persona de Raymond, un respetable profesor de química de un instituto francés que lleva a cabo un macabro experimento consistente en averiguar hasta qué punto maquinar un acto de maldad absoluta implica necesariamente ejecutarlo.
Frederick Clegg es un hombre solitario y anodino que colecciona mariposas. Miranda Grey es una radiante e inteligente niña bien que estudia arte en Londres. Frederick, que admira a Miranda, pero es incapaz de abordarla con normalidad, la secuestra y la aloja con todas las comodidades en un sótano en su propiedad, una trampa perfecta acondicionada como una jaula de oro. Fowles recrea un intenso duelo psicológico donde captor y prisionera intercambian papeles con refinamiento y crueldad, cada cual defendiendo sus propios objetivos: Miranda desea recuperar su libertad, Frederick quiere ser aceptado como un igual por el objeto de su obsesión.
Diez años atrás, Kate McKinnon cambió su trabajo en el Departamento de Policía de Nueva York por un doctorado en Historia del Arte, abandonó su apartamento de Queens y se instaló en un piso con vistas a Central Park, y pasó de tratar con homicidas a codearse con el círculo artístico neoyorquino. Sin embargo, el hecho de que una serie de asesinatos se cebe en la comunidad artística despierta su instinto policial. Kate se enfrenta a un perverso e inteligente asesino, al que apodan el “artista de la muerte” dada su morbosa obsesión por reproducir cuadros de pintores ilustres en los cuerpos de las víctimas. 
Un despiadado asesino está actuando impunemente en Georgia, al sur de Estados Unidos, donde secuestra, mata y mutila salvajemente los cadáveres de una decena de niñas de la pequeña localidad de Augusta Falls. Joseph Vaughan, con solo doce años, ve cómo la tragedia asola su comunidad y decide formar una patrulla de protección con su pandilla. Cuando un vecino es sorprendido en posesión de objetos que habían pertenecido a las víctimas, parece que todo ha terminado. Pero al cabo de cincuenta años, con Joseph rehaciendo su vida en Nueva York, salta la noticia de que el asesino aún anda suelto y vuelve a matar.
Greenwich, al sudeste de Londres. El inspector Jack ­Caffery –joven, compulsivo, impasible– acude al lugar donde se ha cometido uno de los crímenes más espantosos que jamás ha visto. Cinco prostitutas han sido asesinadas de manera ritual y arrojadas a un descampado cerca del Millenium Dome. Las autopsias posteriores revelan la existencia de una truculenta firma que vincula a todas las víctimas. Caffery se da cuenta pronto de que está tras la pista de una de las figuras delictivas más peligrosas: un asesino en serie. Molesto por la desconfianza hacia él dentro de las fuerzas policiales y obsesionado por el recuerdo de una muerte muy cercana en su infancia, Caffery utiliza todas las armas que la ciencia forense le ofrece para cazar al asesino. Sabe que solamente es cuestión de tiempo que ese sádico criminal actúe de nuevo…
Héroe de guerra y agente del servicio de seguridad de la Unión Soviética, Leo Stepánovich Demídov cree ciegamente en la propaganda oficial, que sostiene que su país es el paraíso de la igualdad y la fraternidad sobre la Tierra, una alianza de ciudadanos libres y trabajadores prósperos que merece la pena defender de sus múltiples enemigos con todos los medios imaginables, incluidos la delación, la represión y el castigo severo a los infractores.
Pero el día que lo obligan a espiar a su propia esposa por supuesta traición a la patria, a Demídov comienza a caérsele la venda de los ojos. En efecto, ni sus condecoraciones ni su inmaculada hoja de servicios le sirven para evitar ser degradado y expulsado de Moscú. Obligado a incorporarse a la milicia en una ciudad industrial, se encuentra con el caso de una serie de asesinatos de niños que las autoridades han dado sospechosamente por cerrado.
Con muy poco que perder, y convencido de que un despiadado criminal anda suelto, Demídov se lanza a resolver el misterio por su cuenta, una decisión arriesgada que lo llevará a descubrir el verdadero peligro que se cierne sobre él, una amenaza mucho más temible que su escurridizo objetivo.-

Habréis notado, que falta Haníbal, el perfume y alguno más. Pero esos los conoce todo buen aficionado al thriller. La idea es descubrir lecturas, que no son conocidas. Pero no por ello inferiores a las más famosas.

Una pregunta curiosa es ¿tienen algo que ver en su forma de ser y matar, los asesinos seriales reales, con los literarios? Después de leer alguna biografía y los trabajos de Ressler. La respuesta es rotunda. Nada. Los literarios son casi unos genios del mal, mentalidades superdotadas. Tienen que dar juego en la novela.

Los reales, no. Son asesinos aprovechados. Cazan. Prostitutas, vagabundos, autoestopistas. Gente en la mayoría de los casos, que sus desapariciones pasan desapercibidas. Y suelen pasar años, hasta que los cogen y siempre porque los pillan con las manos en la masa. Luego una vez detenidos pues se vanaglorian del número de víctimas. Como si fuera una competición. Nada de mentes brillantes. Tipos bastante vulgares.

Y para terminar un título especialmente bueno.

Jefferson Winter no es un investigador corriente. Tiene una inteligencia muy superior a la media y es hijo de uno de los más famosos asesinos en serie de Estados Unidos. Jefferson Winter se ha pasado la vida intentando distanciarse del legado de su padre y pone todo su empeño en perseguir a los que son como él. Tras una carrera prometedora en el FBI como experto en perfiles psicológicos, viaja por todo el mundo ayudando a los cuerpos policiales a resolver los casos más complicados.
Acaba de llegar a Londres en medio de una ola de frío para resolver un caso espeluznante que desconcierta a Scotland Yard. Un psicópata ha secuestrado a varias mujeres para torturarlas durante meses. Antes de dejarlas en libertad se asegura de que no puedan contar nada con un sistema especialmente cruel: les practica una lobotomía.
Winter utilizará toda su inteligencia y su intuición para atrapar al criminal antes de que pueda destrozar a otra mujer. Sus métodos no siempre se ajustan a las normas, pero nadie como él es capaz de entender cómo funciona la mente del psicópata.

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