En París, tienen su mausoleo de los grandes hombres y mujeres, en Italia Lo mismo, en Inglaterra, Portugal, Alemania. Etc. Etc. Gran parte de sus ocupantes son artistas. Pintores, escultores, escritores. Grandes creadores de su historia. En España también existe en Madrid. Pero adivinar quienes están enterrados allí. Políticos, solo políticos. Poca gente sabe que existe ese mausoleo. No me extraña.
En este país, el arte y si es en autores literarios. Solo lleva al olvido más absoluto. Hace un par de años, se empezó a recuperar del olvido a Benito Pérez Galdos. Uno de los más grandes escritores que ha dado este país al mundo. La ignominia llegó a tal grado en su caso. Que políticos e intelectuales de derechas. Hicieron campaña para que no le otorgaran el premio nobel de literatura. Que ya lo tenía ganado.
¿Su pecado?, era republicano y anticlerical. El demonio. Que fuera un enorme escritor y uno de los mejores cronistas de la historia de España. No era mérito. La política y la ideología. Por bandera. Muera la cultura.
Vicente Blasco Ibáñez, esta a la altura de Benito Pérez Galdos. Un enorme escritor, tanto en cantidad, como en cantidad. Era republicano y lo peor de todo era profundamente anticlerical.
Hoy haré un excepción. Ni hablaré de novela negra, ni de thriller, ni de fantasía épica, o terror. Hoy escribiré de literatura con mayúsculas.
La afición por la lectura, la heredé de mi abuelo. Un gran lector, con una muy buena biblioteca. En sus estanterías convivían en perfecta harmonía. La aventura, el conocimiento y el pensamiento. Siempre decía, hay momentos para divertirse y fantasear, otros para adquirir conocimientos y otros para informarse. Todo es literatura y todo enriquece.
De pequeño, tenía acceso a lecturas que mi intelecto, igual no entendían del todo. Pasaba de Emilio salgari, a Dickens y de este a Blasco Ibáñez.
De Blasco Ibáñez, me atrapo su forma de escribir, como dibujaba los personajes y sus pasiones, que muchas no entendían y sobre todo, una capacidad de describir personajes, situaciones o entornos en un par de frases. Cuando otros necesitaban para lo mismo un par de páginas.
También escribía sobre las pasiones humanas, de una manera directa, quizá demasiado para la pacata sociedad española de la época. A finales de los 70. La televisión española, rescato del olvido al autor, con dos adaptaciones de sendas obras del autor. Cañas y barro y la Barraca. Con enorme éxito además. También es verdad que no había más canales de TV, para elegir.
El autor, igual escribía sobre la gente de su tierra, como internacionalizaba sus personajes. Era un hombre, tremendamente culto y muy viajado. Que vivió en diferentes países. Como siempre aquí llegamos tarde. Pues lo que lo hizo rico, fue una novela. Que se titula los cuatro jinetes del apocalipsis. Un enorme éxito en Estados Unidos sobre todo y en el mundo. De hecho en el año 1921, se llevó al cine.
En 1923, Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) está en la cumbre de su existencia y de su carrera. Desde 1921 vive su plenitud en una lujosa villa en Menton, en la Costa Azul. Sin embargo, azuzado por el deseo de «ver el mundo y no marcharse de él sin haber visitado su redondez», ese gran inquieto y vitalista emprende un periplo de seis meses para experimentar, y luego compartir con sus lectores, las impresiones, emociones, sucedidos y anécdotas que a lo largo de él le van saliendo al paso. «La vuelta al mundo de un novelista» es un carrusel ameno e inolvidable de lugares, pueblos y personas en el que Blasco, como incomparable compañero de viaje, hace desfilar ante nuestros ojos la espléndida y fascinante variedad de unos paisajes de leyenda hoy en gran parte trivializados o desaparecidos. Este primer volumen recoge sus andanzas por Estados Unidos, Cuba, Panamá, Hawai, Corea y Manchuria.
Arroz y tartana» (1894) pertenece a la primera etapa creadora de Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928), en la cual predomina el ambiente valenciano y que es, para algunos críticos, la más valiosa dentro de su obra. Escrita en su día para el folletín del diario republicano «El Pueblo», que él mismo fundó, la novela, que narra la caída de una familia perteneciente a la esfera del comercio como resultado de su obsesión por las apariencias, apunta contra una clase social -la aún incipiente burguesía española- que a menudo se revelaba incapaz de hallar su lugar en una sociedad dominada por unas estructuras reacias a cualquier cambio.
Publicada en 1902, «Cañas y barro» es sin duda una de las novelas donde el vigor expresivo de Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) alcanza una de sus cotas más altas. Situada en el agreste escenario de la Albufera valenciana, que parece prestar a la obra su poderosa violencia, la obra narra la declinación del humilde clan de los Palomas, encarnada en la figura trágica de su último vástago, Tonet -individuo abúlico y de débil personalidad-. En el conflicto generacional entre abuelo y padre por una parte, esforzados extractores de los magros recursos que ofrece una naturaleza salvaje, y el hijo que rehúye una tradición de trabajo a cambio de una existencia especulativa, se puede advertir un trasunto de las tensiones que latían en una España convulsionada entre dos siglos.
Sobre las tierras del tío Barret, que se atrevió a romper las cadenas y a cortar la cabeza del amo, don Salvador, con la consiguiente ruina de su familia, pesa una maldición. Convertidas en símbolo de la lucha contra los terratenientes, nadie debe cultivarlas. La hostilidad se desata contra un forastero, Batiste Borrull, quien, con el sueño de sacar a su familia adelante, decide arrendarlas, desatando así una tempestad de odio y resentimiento que culmina trágicamente. En la mejor tradición de la novela naturalista, Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) se demora en «La barraca» (1898) en el análisis de la psicología colectiva y achaca la crueldad de los personajes a los bajos instintos y a la brutalidad del medio en que viven. En estas circunstancias adversas, la lucha del maestro, don Joaquín, para educar a sus alumnos, resulta infructuosa.
El presente volumen reúne El intruso y La horda, las dos obras más importantes del ciclo de novelas sociales de Vicente Blasco Ibáñez. Convencido de que la novela debía ser un reflejo de su tiempo, el autor buscó inspiración en los episodios que ofrecía la historia nacional reciente. El intruso parte de los conflictos anticlericales que tuvieron lugar en Bilbao en 1903 cuando los mineros de la zona se enfrentaron a los católicos devotos que habían acudido desde toda la provincia con motivo de unas procesiones. Por su parte, La horda enfoca la lucha social a través del ascenso y la caída de un intelectual en ciernes que se esfuerza por dejar atrás una existencia marcada por la explotación y la marginalidad.
La trama se desarrolla durante los años 219 y 218 a. C., y tiene como fondo el sitio de Sagunto por los cartagineses bajo el mando de Aníbal.
El griego Acteón llega a la ciudad de Sagunto poco antes del sitio de la ciudad por parte de los cartagineses. En la ciudad se enamora y entabla una relación con Sónnica, a la que todos llaman «la cortesana» o «la rica», también de origen griego. Poco más tarde Acteón se verá implicado en la defensa de la ciudad ante el ataque de los cartagineses y deberá ir a Roma a pedir auxilio, antes de la caída final de la ciudad.
Julio Desnoyers, joven argentino acomodado de ascendencia francesa, aguarda en un jardín de París una cita de amor. Poco sospecha que en breve habrá de desencadenarse sobre Europa una de las más terribles calamidades, la guerra, con toda su secuela de desastres. «Los cuatro jinetes del Apocalipsis «es una novela que permite dar rienda suelta al placer de leer. En el marco del enfrentamiento entre alemanes y franceses en la Primera Guerra Mundial, dos familias (los Desnoyers y los Hartrott), con un tronco común, pero pertenecientes cada una a uno de los bandos en contienda, se verán envueltas en el mismo trágico conflicto que se resuelve en los desolados campos de batalla.
Blasco Ibáñez dedicó gran parte de su tiempo al estudio de la Iglesia y su funcionamiento. Este es el germen de la novela, en la cual se narra la historia de los Baselga, una familia noble de la España de comienzos del siglo XIX, íntimamente relacionada con los Jesuitas. En la novela, la Compañía de Jesús teje con infinita paciencia una tela de araña contra esta acaudalada familia con el fin de apropiarse de su fortuna. A lo largo de toda la novela se trata esta relación, analizando el comportamiento y funcionamiento de la Compañía de Jesús de una forma extensa.
Mare nostrum (1918) es una de las novelas de Blasco Ibáñez que le abrieron el camino de la popularidad internacional. Escrita durante la Primera Guerra Mundial, y ambientada en este acontecimiento bélico, su posición a favor de los aliados la convirtieron un best-seller.
Leyendo a Blasco Ibáñez, tiene todo el sentido, eso de ahora no se escribe así. No por rebuscado del lenguaje, si no por la calidad literaria que emana de esas obras. Se cuidaba la escritura, se profundizaba en los personajes. Hablamos de un creador, que saltaba de la albufera valenciana, a la primera guerra mundial y la siguiente a la novela historia.
No dire que está olvidado, pero acumulo méritos, para ser infinitamente más reconocido. Don Vicente Blasco Ibáñez.
Si queréis saber más de su vida y su obra. Os adjunto el enlace de la Wikipedia.
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