Ted Lewis, escribió poco y bebió mucho, igual si hubiera sido al revés, no nos abría dejado dos de las mejores novelas del género negro. Y uno de los protagonistas más potentes de dicha literatura. Jack Carter.
El bueno de Ted, nació en Manchester en el año 1940, para no faltar a la tradición de grandes escritores, era una nulidad como estudiante. Pero tenia una natural habilidad para el dibujo. Lo que lo llevo a trabajar como ilustrador en una discográfica. De echo trabajo en la película de animación de los beatles, Yellow Submarine en 1968.
Como el gusanillo de la escritura ya lo tenia dentro en 1965, publica su primera obra, una autobiografía, que como no tenia nada que contar, no la leyó ni dios. Pero en 1969, la cosa cambia. Publica Carter. Un éxito inmediato.

Un personaje violento, cínico y amoral. Diálogos cortos y cortantes. Y fue un éxito, por que dicen que hizo leer a la gente que no leía nunca. Que no se identificaba con los detectives victorianos, ni con las amas de casa que resolvían crímenes entre taza de te y taza de té. La novela negra en aquella época en Inglaterra era mucho más suave, más amable y la verdad bastante relamida. Carter era un hijo de los suburbios, alguien con quien podían identificarse.
Retrato la delincuencia de los suburbios, la gente obrera, los bares de mala muerte, los puticlubs y las malas gentes de las calles.
Tan bien ayudo la magnifica adaptación cinematográfica que se hizo de la novela, con un perfecto Michael Caine, en el papel de Carter.

El éxito fue tan rotundo, que en 1974, publico una nueva novela, protagonizada por carter. Cronológicamente es una precuela de la primera novela

Escribió algún libro más, pero sin ningún éxito, la gente quería más de Carter, y el se estaba gastando los beneficios en el bar. Murió en 1982 destrozado por el alcohol. Supongo que este donde este, brindara, por que se le considere el padre de dos de las mejores novelas de género negro de la historia.
Las había leído hace años, las volví a releer hace poco. No ha pasado el tiempo para ellas. Siguen igual de frescas que cuando se publicaron.
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