Hay unos cuantos escritores, que ubican sus novelas en Galicia. Tierra que de echo da muy bien para la novela negra. Sus bosques, su niebla, la piedra. Es un entorno que casa bien con una investigación. Enseña mucho pero oculta aún más .

De entre todos ell@s , personalmente el que más me gusta de los que he leído. Es Domingo Villar. Es un escritor Viges, que sitúa sus novelas en su ciudad y en su tierra. Galicia es parte de sus tramas. Son investigaciones que avanzan despacio, pero sin pausa. No esperéis tiroteos, psicópatas, baños de sangre ni nada por el estilo. Pero son libros que cuesta dejarlos, que te dejan una vez terminados un muy buen sabor de boca y que cuando el autor publica uno, rápidamente va a los primeros puestos de tu lista de lecturas.

Entre el aroma del mar y de los pinos gallegos, en una torre residencial junto a la playa, un joven saxofonista de ojos claros, Luis Reigosa, ha aparecido asesinado con una crueldad que apunta a un crimen pasional. Sin embargo, el músico muerto no mantiene una relación estable y la casa, limpia de huellas, no muestra más que partituras ordenadas en los estantes, saxofones colgados en las paredes y el libro -ya un clásico- de un gran filósofo del siglo XX sobre la mesilla de noche.
Leo Caldas, el solitario inspector de policía que compagina su trabajo en la comisaría con un consultorio radiofónico, se hará cargo de una investigación que le llevará de la bruma del anochecer al humo de las tabernas y los clubes de jazz. Rafael Estévez, un aragonés para quien las cosas «simplemente son o no son», es su nuevo ayudante. Demasiado impetuoso para una Galicia irónica y ambigua, en la que todo se insinúa pero nada realmente se dice, y para el melancólico Leo, que busca entre sorbos de vino los fantasmas ocultos en los demás, mientras intenta sobrevivir a los suyos.

El primer libro se escribió y publico en el año 2006, inicialmente en gallego y luego se tradujo al castellano. Fue un éxito de público y critica. Aquí nos presenta a su protagonista El inspector Leo Caldas, gallego de pura cepa y a su ayudante Rafael Estevez. Aragones de pura cepa también. Lo que le da oportunidad de jugar con los caracteres tan diferentes de ambos. Remarcando un poco los tópicos sobre ambas tierras. El maño de la historia, sobre todo sirve para reforzar el papel del protagonista, no teniendo demasiada incidencia en la resolución del caso.

En el 2009, nos entrego La Playa De Los Ahogados

Una mañana, el cadáver de un marinero es arrastrado por la marea hasta la orilla de una playa gallega. Si no tuviese las manos atadas, Justo Castelo sería otro de los hijos del mar que ­encontró su tumba entre las aguas mientras faenaba. Sin testigos ni rastro de la embarcación del fallecido, el lacónico inspector Leo Caldas se sumerge en el ambiente marinero del pueblo, tratando de esclarecer el crimen entre hombres y mujeres que se resisten a desvelar sus sospechas y que, cuando se deciden a hablar, apuntan en una dirección demasiado ­insólita.

Un asunto brumoso para Caldas, que atraviesa días difíciles: el único hermano de su padre está gravemente enfermo y su colaboración radiofónica en Onda Vigo se está volviendo insoportable. Tampoco facilita las cosas el carácter impulsivo de Rafael Estévez, su ayudante aragonés, que no acaba de adaptarse a la forma de ser del inspector.

La segunda novela, no presenta grandes cambios, con lo que nos había ofrecido en la primera. Eso es una ventaja, si te gusto la primera, te gustara la segunda. Cambia el caso, pero no el entorno, ni los personajes. Si ahonda un poca más en la personalidad del inspector Caldas.

Y aquí viene el problema entre la playa de los ahogados y su ultima novela, pasaron 10 años. Primero se iba a titular cruces de piedra, ya estaba diseñada la portada y a punto de entregar el manuscrito a la editorial.

La portada que nunca fue.

Esto fue en el año 2014, que ya se había retrasado más de un año con la entrega. Cuando termino de escribirla, le dio una ultima lectura y decidió que no le gustaba. A volver a empezar. Y por fin en el año 2019. La publico.

a hija del doctor Andrade vive en una casa pintada de azul, en un lugar donde las playas de olas mansas contrastan con el bullicio de la otra orilla. Allí las mariscadoras rastrillan la arena, los marineros lanzan sus aparejos al agua y quienes van a trabajar a la ciudad esperan en el muelle la llegada del barco que cruza cada media hora la ría de Vigo.

Una mañana de otoño, mientras la costa gallega se recupera de los estragos de un temporal, el inspector Caldas recibe la visita de un hombre alarmado por la ausencia de su hija, que no se presentó a una comida familiar el fin de semana ni acudió el lunes a impartir su clase de cerámica en la Escuela de Artes y Oficios.

Y aunque nada parezca haber alterado la casa ni la vida de Mónica Andrade, Leo Caldas pronto comprobará que, en la vida como en el mar, la más apacible de las superficies puede ocultar un fondo oscuro de devastadoras corrientes.

La espera ha merecido la pena, es el mejor de los tres libros, y se nota que va madurando como escritor, y que sus historias cada vez son mejores, sin perder ni la esencia del personaje , ni la de el entorno.

Pero por favor Domingo, no tardes tanto en escribir la, siguiente. Que la esperamos con ganas.

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